A continuación copia del mail dirigido a todos los compañeros de http://www.Sngular.team en Febrero de 2018
Challenge your Company!
Puede que algunos hayáis visto escrito últimamente este “claim” en alguna de nuestras newsletters, en alguna pizarra, en alguna chapa, en algún evento, en alguna libreta o en alguna presentación corporativa reciente de Sngular.
Pero, ¿acaso no dicen nuestras encuestas de eNPS que, razonablemente, y desde luego muy por encima de la media de otras empresas, en nuestro caso, nosotros estamos orgullosos de nuestra empresa, contentos por cómo vamos consiguiendo superar mayores retos cada año, cómo crecemos, cómo hablan de nosotros nuestros clientes, cómo somos capaces de ilusionar a nuevos compañeros para que se unan a nuestro equipo? ¿a qué viene ahora eso de que retemos a nuestra empresa? ¿por qué hay que cambiarla? ¿por qué no hemos elegido alguna frase así como “Proud of your Company” o algo así como “Queremos hacer felices también a nuestros clientes”… algo que nos ayudara más desde el punto de vista marketiniano y comercial?
La respuesta es clara, no sólo somos de no presumir, de no creérnoslo, de no confiarnos, sino que somos, mucho, de buscar la excelencia o al menos la mejora, de manera inconforme, de ser siempre autocríticos, y sobre todo de estar siempre dispuestos a probar, a mejorar y a arriesgar.
La empresa es el conjunto de personas que la formamos, con nuestros valores, con nuestras reglas del juego, con nuestras prioridades, con nuestra visión de querer ser el sitio donde mejor se desarrollen las carreras profesionales de un tipo de personas listas, inquietas, positivas, humanas, y de querer ser el partner que no todos los clientes buscan pero sí el que desean tener cierto tipo de clientes: aquellos a los que, como a nosotros, también les gusta hacer las cosas bien, les gusta apostar fuerte por los proyectos y sobre todo por las personas.
Siento personalmente como un fracaso cada vez que alguien valioso deja nuestra compañía porque no hemos cumplido sus expectativas o alguien puede darle más recorrido en otro lugar. Inmediatamente, intento saber qué ha fallado, qué podríamos haber hecho antes, qué podemos aprender para la siguiente ocasión y, si es posible, qué debemos incorporar, o eliminar, en nuestra empresa para que esa persona valiosa quiera volver con nosotros dentro de 2 años y encuentre entonces una empresa mejor y que pueda darle eso que hoy no le hemos ofrecido.
Algunos se fueron y me ayudaron dándome algunos sabios consejos. Recuerdo cuando se marchó Emilio Calvo en el 2004 y me dijo, “no quiero estar en una empresa donde el referente (hablaba por mí) sale todos los días de la oficina a las 12 de la noche, ¿qué clase de ejemplo damos si los que prosperan en la empresa son los que sacrifican su vida personal, no quiero ver que el CEO es el más sacrificado sino el más feliz”… Cuando convencí a Emilio para que volviera 9 años más tarde, recuerdo que le enseñé mi agenda y le conté varias anécdotas para demostrarle que, desde que se fue, me había puesto un reto personal de organizarme para salir cada año, de media, todos los días media hora más temprano, y cómo había conseguido una mucho mejor conciliación personal, por mucho que me apasiona mi trabajo.
Cuando escribo estas líneas somos 442 personas (441 si no contamos a nuestro compi virtual Alfred, espero que no se sienta mal el pobre si está leyendo este documento), 20 más que hace sólo 5 semanas… A este paso, pronto pasaremos una barrera sicológica de las 500 personas, el doble que hace 3 años… El crecimiento es bueno para muchas cosas… nos permite participar en proyectos más retadores, nos permite especializarnos más y por ello ser más productivos y eficientes cada uno de nosotros, nos permite complementarnos, relevarnos en tareas pesadas, divertirnos con una mayor diversidad, abrirnos horizontes bien sea por variedad de clientes o por poder elegir entre más ciudades en las que tenemos oficinas y poder trabajar… Pero también es algo que debe preocuparnos porque muchas organizaciones, con el tamaño, se volvieron inhumanas, insensibles… en algunas organizaciones, a partir de cierto tamaño, aparecieron los grupos rivales, el politiqueo, el enchufismo, las envidias y zancadillas, la apatía o la desvinculación personal con el proyecto colectivo.
Pero cuando digo que debe preocuparnos no quiero decir que deba atemorizarnos, quiero decir que debemos pre-ocuparnos… es decir, ocuparnos o trabajar-antes de que puedan materializarse esos riesgos.
Y este es un trabajo de todos, de cada uno. Un trabajo que merece la pena, porque es importante conservar algo tan valioso como lo que hemos conseguido entre todos, siendo solidarios, comprensivos, luchadores, inconformistas… Muchos vamos a seguir trabajando duro para que esta no sea otra empresa cualquiera.
Quéjate, identifica puntos de mejora, pero sobre todo, si es posible, propón iniciativas de mejora, lanza directamente los cambios que estén en tu mano y cuéntanos qué has conseguido mejorar, cómo llevamos esa buena idea al resto de la organización, cómo escalamos las buenas prácticas que han funcionado en un proyecto, en una oficina, en un cliente, en una situación difícil… No pidáis permiso para lanzar cambios que penséis que pueden mejorar la compañía… tampoco pidáis perdón si veis que no funciona y hay que rectificar rápido. Esta empresa no castiga el error, se ha construido gracias a la iniciativa de muchos, y a la humildad para rectificar rápido cuando nos hemos equivocado.
Alguna vez hemos abierto oficinas en una ciudad porque “uno” de nuestra total confianza, una tal Pepe, se echó una novia allí y nos dijo que le gustaría montar un equipo y llevar proyectos desde allí. Alguna vez iniciamos una línea de negocio porque “alguien”, un tal Carlos, se leyó un libro en verano y nos dijo que le gustaría tener el objetivo de impulsar dicha disciplina durante el siguiente año.
También hubo momentos en los que algunas iniciativas no prosperaron, no coincidieron los tiempos o no tuvimos los recursos.
La empresa es un organismo vivo, en continua evolución, teniendo que adaptarse todo el tiempo a tendencias del mercado, a tecnologías cambiantes, a nuevos competidores… No hay estrategia que sobreviva muchos meses por bien pensada que esté… Sin embargo, hay una estrategia que no falla: ser capaces de mutar tan rápido como lo requiera el entorno, ser capaces de aprender rápido lo que funciona y lo que no, ser capaces de aprovechar las experiencias positivas para implementarlas con agilidad en toda la organización. En los tiempos que corren, no hay mayor fortaleza que la flexibilidad de aprender y cambiar rápido. Y no hay mayor manera de generar energía positiva que la de alinear todo lo posible, los objetivos del grupo con los objetivos de cada uno de sus miembros.
Este año, a algunos de mis colaboradores, les pedí que me enviaran su carta a los reyes magos de Enero 2019. Que me dijeran sus deseos a cumplir en un año, tanto los deseos de lo que esperamos para la empresa, como lo que esperamos para cada uno individualmente. También les propuse que indicaran algunos de dichos deseos que yo podía hacer públicos al resto del grupo de (unos 12) colaboradores directos con los que más trabajo. Me alegró comprobar que casi todos los deseos eran públicos, y que casi todos los deseos para la empresa eran comunes, compatibles, compartidos por muchos. Y me enriqueció enormemente saber de los deseos particulares de cada uno de ellos… Algunos ya han provocado que hagamos cambios en el organigrama, que potenciemos ciertas cosas en la empresa… otros sé que los dejaré guardados en background y aflorarán de manera natural cuando se planteen decisiones o alternativas que vayan o no en línea con lo que la gente quiere para sí mismos. Estoy seguro de que, como ha sucedido antes, en unos años, repasemos la lista y veamos que la empresa se ha adaptado a la gente y no al revés.
Si quieres que la empresa invierta más en formación (algo que nadie dice nunca que no)… propón algo concreto para ti mismo… prueba a plantear a la empresa algo así “…Si yo me hiciera estos 3 cursos de coursera de 6 meses de este profe de Stanford, que pienso que me permiten reciclarme o especializarme o hacerme más versátil para los proyectos del tipo X o Y, ¿la empresa me pagaría los cursos?” Ya te anticipo yo que puede que, además de pagarte el importe de los cursos, también te de un bonus adicional. “…si yo monto un club de lectura sobre este tema que nos viene bien a los que estamos en tales clientes… ¿la empresa ayudaría con algún tipo de recursos…?” ya te anticipo yo que siempre habrá una respuesta muy positiva en la medida de nuestras posibilidades.
Hace unos meses nuestro compañero Javier Peña, nos contó que llevaba meses con Frysbe, una startup basada de una App, que venía desarrollando con ilusión a base de quitarle ratos de sueño y fines de semana… Estaba ilusionado porque su App empezaba a tener tracción, usuarios, incluso algunos ingresos… No quería dejar Sngular porque le gustaba lo que hacía (es uno de los padres de nuestro compi Alfred) y se sentía frustrado porque no podía empujar Frysbe a pesar de estar convencido de su potencial. Encontramos una solución temporal satisfactoria para todos y hoy Sngular es uno de los socios de Frysbe, permite que Javier autoregule el tiempo que debe dedicar a cada cosa, maneje el presupuesto con el que cuenta Frysbe y con el que pueda pagarse parte de su propio sueldo cuando lo dedica a Frysbe y no a los proyectos de Sngular. Javier trajo a Jorge, un compañero para ayudarle en Frysbe, y Jorge es hoy otro pedazo fichaje en el equipo de Sngular de Artificial Intelligence. Pero lo mejor de todo, es que cada poco tiempo seguimos preguntándonos si hay otra opción mejor, si hay que cambiar algo, si alguno de los planes que hicimos juntos se quedó ya pequeño o grande.
Hay que revisitar constantemente decisiones que se tomaron en el pasado. Porque lo que un día funcionó puede que ya no funcione más, y lo que no salió bien cuando lo intentamos hace tiempo, puede que hoy sí funcionase, porque no somos la misma gente (hay algunos más, algunos menos, pero todos somos hoy diferentes a cómo éramos hace unos años), porque los clientes han evolucionado, las herramientas y metodologías también, y la cultura y prioridades de todos también. Si hay algo que no funciona, cámbialo, propón mejoras… Y si hay algo que funciona, puede que también haya que cambiarlo, porque en esta empresa siempre pensaremos que podría funcionar mejor, y si luego no es así, no tendremos problema en reconocerlo y corregir rápido. Porque nuestra principal fortaleza es haber construido un entorno de confianza en donde todos estos cambios son posibles.
Un ejercicio que hicimos hace poco en una reunión de arranque de año, fue simular que le dábamos a una ruleta para que saliera al azar el puesto que nos tocaría hacer ese año en lugar de otro compañero que actualmente desempeñaba ese rol. Comentábamos cuánto nos costaría aprender a hacer bien eso de lo que ya se estaba encargando uno de nuestros compañeros, de qué ayuda necesitaría de todos los demás para hacer bien ese nuevo trabajo, de qué peligro tendríamos en la empresa de que ese relevo no saliera bien y cómo nos prepararíamos para ello… A continuación, ese al que le habían “quitado su trabajo” o tenía que hacer el traspaso de sus cosas en 2 meses, tiraba también de la ruleta y le tocaba otro puesto de otra persona… y así con todos los 12 que estábamos en la reunión. Creo que todo el mundo habló con sinceridad cuando empezó por alabar lo difícil que sería hacer las cosas igual de bien que el que hacía el trabajo hasta la fecha y creo que también todo el mundo se ilusionaba en la ficción de que le tocaría aprender cosas nuevas y tendría el apoyo del resto de compañeros… Estoy seguro de que ese ejercicio en otras empresas no sería tan sencillo. Estoy seguro de que la gente vería con ansiedad cómo uno heredaría marrones de un departamento con poca o ninguna ayuda del rol saliente. Sin duda, tenemos una base de confianza en el equipo construida con muchos pequeños detalles y a lo largo de mucho tiempo.
Te animo a retar a la empresa, a ponerla a prueba, a mejorarla, a comprobar si reacciona a tus propuestas de mejora, a tus ideas locas, a tus ganas de hacer otras cosas o hacerlas mejor. Ojalá la empresa reaccione bien, crezca en la dirección que tú quieres que lo haga, funcione como a ti te gustaría. Y si no reacciona bien, márchate, no te desgastes hasta que te afecte personalmente. Te lo digo de corazón. Eso sí, explícanos qué ha fallado, por qué te cansaste de esperar a que algo cambiara o se pusiera en marcha… Puede que en un par de años hayamos conseguido que todo eso que querías se haya hecho realidad, consigamos recuperarte y todos nos beneficiemos de que algo nos hizo reaccionar para ser mejores.
Alguno de vosotros diréis que todo esto suena muy bien sobre el papel pero que luego la realidad manda: los clientes, el crecimiento, la rentabilidad… Mi respuesta sería que sí que tenemos siempre muchos condicionantes pero que no hay nada que tenga más fuerza que las cosas en las que cree y que ya antes, en distintas ocasiones en nuestra historia, hemos priorizado otras cosas: nos hemos ido de algún proyecto grande porque no creíamos en lo que hacíamos, nos hemos traído gente de proyectos rentables porque no nos llevaban a ninguna parte a largo plazo, nos hemos apretado el cinturón antes de prescindir de nuestra gente, nos hemos arriesgado e involucrado al máximo porque el equipo creía en algo y arrastraba a la empresa, nos hemos penalizado económicamente porque hemos priorizado una relación a largo plazo.
Y ahora me preguntaréis alguno… y tú, José Luis… con qué retas a la empresa… Yo llevo respondiendo lo mismo ya muchos años… el día que venga un lunes por la mañana sin ganas de ver a la gente, sin ganas de reunirme para enterarme de lo que estamos haciendo en los proyectos, sin ganas de encerrarme con alguno de vosotros para inventarnos cómo enfocar un proyecto, sin ver sonrisas y risas de vez en cuando en medio de cualquier reunión, ese triste día me daría cuenta de que esta no es ya mi empresa, no será donde me vea a largo plazo, y supongo que me buscaré, os buscaré, un relevo que sea capaz de cuidaros mejor. ¿Qué voy a hacer para que eso no ocurra?, ¿cómo conseguir que en la empresa se mantenga un espíritu y un equipo de gente con el que hoy me iría al fin del mundo? pues es sencillo, cambiar lo que haga falta y empezar por animaros a todos vosotros a que cambiéis lo que haga falta.
Un abrazo fuerte!
José Luis Vallejo
Executive President
Sngular